INTRODUCCIÓN
Con
el presente trabajo pretendemos dar un vistazo general desde la identificación
del concepto de expresiones culturales y convivencia tomando las expresiones
científicas y humanísticas, el impacto de las expresiones culturales, la
convivencia, los valores, principios, convicciones, la moral y la ética
tendiendo a formar una mejor sociedad.
La
unidad 2 del modulo de Convivencia y Expresiones culturales hace referencia al
concepto de convivencia en referencia con la cultura. Señala aspectos como la
moral, la responsabilidad, los valores y principios, la política, el estado, la
familia, la educación que tiene que ver con que se logre o no una convivencia
pacífica. Las últimas lecciones hablan del discurso de Gaitán y de cómo a
través de la oratoria y la piscología colectiva presentaba propuestas u
oraciones para llegar a la convivencia.
Miraremos
las culturas hibridas, como la apropiación de costumbres extranjeras, a través
de los medios de comunicación como la televisión, distorsionando el concepto de
cultura, donde la juventud al no mirar su historia se mantiene indiferente ante
el futuro, sin posibilidades de ser escuchado ni tenido en cuenta por los
gobiernos, manifestando pérdida de identidad y sentido social.
"La
educación formal necesita la televisión y los ordenadores para vincularse con
la vida cotidiana de los estudiantes" argumenta Canclini[1] "Pero desde el
control remoto y desde el ratón hay que organizar la diversidad cultural donde
se desarrollen opciones de vida inteligente". Esta función siempre será
del profesorado. García resalta la influencia del cine como un medio que podría
resultar beneficioso si se utilizara en la educación porque es un arte que
despierta el interés de las nuevas generaciones.
Y
concluiremos con papel que tiene los derechos humanos en la convivencia, La
importancia que depende del simple hecho que todos somos iguales y pertenecemos
a una sociedad que aunque se encuentre dividida políticamente en países y
estados sigue siendo una comunidad única en la cual todos tenemos una labor que
cumplir para lograr el mejoramiento del mundo entero o por lo menos evitar su
destrucción.
La
problemática socio-política que se está viviendo actualmente en Colombia nos
demuestra que en este país la intolerancia, falta de ética y la violación a los
derechos humanos aumenta cada vez más, evitando toda clase de manifestaciones
que pueda ayudar a recuperar la confianza y el cumplimiento de los derechos del
Hombre.
OBJETIVOS
1.
Comprender la relación expresiones culturales y
convivencia
2.
Reconocer conceptos como
ética, moral, valores, y su importancia en nuestra vida diaria.
3.
Identificar la incidencia
de las diversas expresiones culturales en la convivencia y desarrollo socio
político del país.
4.
Analizar otras visiones
acerca del impacto de la globalización en las comunidades hibridas como el
planteamiento de García Canclini
ACTIVIDAD
No: 8 TRABAJO COLABORATIVO
De conformidad con la guía de
actividades, La actividad se presenta divida en tres partes:
1. cuadro sinóptico (capítulo 1 de
la Unidad 2), en el que se evidencia la diferencia de los conceptos centrales
que aparecen al interior de cada una de las cinco lecciones.
2. Documento argumentativo (max. 3
pág,) en el que se aborda el papel de los DDHH en la convivencia, no obstante
las profundas diferencias culturales al interior de nuestro país.
3. collage en que se evidencie el
papel de los medios en la constitución de dichas culturas a partir de la teoría
de “Las Culturas Híbridas de García Canclini”.
Por último, colgar la
información en el blog individual; este es uno de los puntos del trabajo final.
PRIMERA
PARTE “CUADRO SINOPTICO”
Aporte de Carmelo Miguel Galván Doria
Aporte de Juan Manuel
Gómez
Aporte
de Ximena Yineth Rodriguez Sandoval
Aporte de ANGELA LILIANA MERCHAN
SEGUNDA
PARTE “DOCUMENTO ARGUMENTATIVO”
El
papel de los DDHH en la convivencia, no obstante las profundas diferencias
culturales al interior de nuestro país.
"Colombia es un desastre sin remedio. Máteme a todos los
de las FARC, a los paramilitares, los curas, los narcos y los políticos, y el
mal sigue: quedan los colombianos." (Fernando
Vallejo)[2]
Esta reflexión quiere establecer un paralelismo general y
contextual entre el tema que nos convoca en este trabajo colaborativo, y el
presente panorama político que se desarrolla en el país, a saber, el inicio de
los diálogos de paz con la guerrilla colombiana.
En cualquier relación entre personas o grupos o pueblos que
pertenecen a diferentes tradiciones, e incluso a menudo entre personas o grupos
que pertenecen a la misma tradición, inevitablemente ciertas formas de vida de
los unos entran en conflicto con las de los otros, provocando modificaciones y
reemplazos de todas o de algunas formas de vida en cuestión. En relación con
nuestras circunstancias históricas, es necesario decir que el tema de los
derechos humanos en el ejercicio de la convivencia en Colombia, ha sido una
situación aún no resuelta en el seno de nuestra cultura. De entrada es
necesario decir aunque suene sesgado y apriorístico, que los colombianos no
hemos aprendido a convivir, que la convivencia en su sentido más básico, es aun
hoy en día, después de varias décadas de profundo y desgarrador conflicto, una
ilusión, una utopía que parece alejarse varios metros de distancia frente a
cada paso o intento de alcanzarla. Tal vez el mejor testimonio de esta cuestión
lo podemos encontrar en un análisis somero del conflicto político-social que
padece nuestra nación ya por casi más de cincuenta años. Para lograr comprender
el sentido de este problema, no es necesario hacer un análisis detallado de
orden político, social, o religioso, que enuncie de forma sistémica las raíces
de dicho conflicto (que de sobra se conocen y que algunos especialistas se han
encargado de difundir) basta simplemente con echar un vistazo a algunas
dinámicas de nuestra cultura para lograr entrever que en su mismo seno se
cuecen las pulsiones y las tendencia de una intolerancia injustificada, y por
ende, de una violación sistémica de los DDHH en sus diferentes estamentos. La
propuesta entonces es tratar de hacer una observación a pequeña escala, a nivel
micro de nuestras tendencias culturales y sociales, una reflexión crítica de
nuestro ethos, de nuestra idiosincrasia en relación con el tópico de “DDHH,
CONVIVENCIA Y DIFERENCIAS CULTURALES AL INTERIOR DE NUESTRO PAÍS”. Dicen
algunos especialistas y expertos en materia de sociología y psicología, que las
naciones con una fuerte identidad y unidad nacional, son aquellas naciones que
han tenido que luchar y conquistar su soberanía frente a poderes externos. En
ese sentido, en Colombia nunca se ha dado tal proceso, ya que con la excepción
de las luchas de la independencia, y la guerra con el Perú, nuestras
confrontaciones siempre fueron internas, nuestros enemigos históricamente
siempre han sido los de la propia casa. Algunos antropólogos han creído
encontrar en nuestro devenir histórico la raíz del problema que hasta el día de
hoy nos aqueja, a saber, el problema de la violencia, la insolidaridad, y la
injusticia, que afectan de forma directa la convivencia y propicia la violación
de los DD.HH. “Los colombianos históricamente hemos dado testimonio de una
cultura proclive a la violencia y sufrido el deplorable peso de su lastre para
el progreso del país, como que sólo durante el S. XIX, el primero de nuestra
historia, nos la arreglamos para desencadenar 8 guerras civiles nacionales, 14
locales y 2 internacionales, amén de incontables levantamientos armados,
atizando así una violencia crónica que aun no concluye”
Frente a esta realidad tendríamos entonces que preguntarnos:
¿es la violencia un elemento estructural de nuestra fisionomía como pueblo,
como efecto de un determinismo genético y de los condicionamientos de nuestro
entorno sociocultural que nos condena a ser violentos? Aunque los especialistas
en las ciencias de la conducta humana rechazan cualquier afirmación a estas
preguntas, no es posible desconocer (más allá de lo económico y político) el
influjo de ciertos factores endógenos, es decir, de aquellos que tienden a
generar violencia desde nuestro propio interior, como individuos y como
comunidad. Así, una reciente investigación sobre las causas de la violencia en
el país, fuera del contexto de la subversión armada, señaló: “una mentalidad
homicida se ha afincado entre los colombianos”, corolario básico de un estudio
sociológico sobre la pavorosa cantidad de homicidios que ocurren en Colombia,
arrojó la siguiente conclusión: que si bien se hace gran énfasis en las causas
socioeconómicas de la violencia, resulta desconcertante comprobar que, pese a
las muchas muertes violentas cometidas por los grupos armados, estas, según se
ha dicho, no llegan a la tercera parte del total; por ello, la verdadera paz de
Colombia no se alcanzará sólo con reincorporar los subversivos y demás agentes
armados a la vida civil, ya que se requiere también la paz de los espíritus,
para lo cual es necesaria una profunda transformación de nuestra cultura.”
Los colombianos tratamos pues, inútilmente, de armar el
complejo rompecabezas de la violencia, la intolerancia, y la violación de los
DD.HH, haciendo caso omiso de una cuestión que no parecen tener mucha atención
por la mayoría de los ciudadanos, y es saber, el capital cultural que tanto
influye en nuestra conducta sin poder tener completa su imagen, ni formular
propuestas integrales para resolverla. Por ello, aunque se cambian gobiernos y
partidos, se revocan congresos, se amnistían guerrilleros, se desmovilizan
paramilitares, y se promulga la constitución, no se logra transformar la
realidad social, ni conseguir la paz nacional.
Los Derechos Humanos en la convivencia de los colombianos
juegan un importante papel desde todos los contextos; social, político,
económico, religioso, laboral, pues al hablar de convivencia también hablamos
de inclusión, igualdad, respeto y tolerancia. Sin embargo y paradójicamente
hablamos de nuestro país donde la misma constitución es ambivalente en cuanto a
igualdad se refiere, pues de no ser así, no hubiera prerrogativas para unos más
que para otros, citando como ejemplo los beneficios que tiene ser indígena o
ser afrodescendiente en oportunidades educativas, subsidios, servicio militar y
otros más, que no son aplicables a los Colombianos pobres del Común y quienes
se han convertido en los
grupos sociales mas vulnerables en nuestro territorio, quienes nunca fueron despojados de sus
tierras porque jamás la tuvieron, a
pesar de ser una inmensa mayoría, no tienen el poder económico que les pueda
dar un reconocimiento en la sociedad.
Actualmente
la convivencia social es poca y en algunos casos inexistente, a causa de una
equivocada formación de valores principalmente desde la familia, originando en consecuencia una actitud
violatoria de los derechos humanos. Siendo el respeto y la tolerancia los
valores fundamentales para el ejercicio del bien ciudadano, evidenciamos la
violencia en las calles, la violencia en el monte y la violencia a través de
las instituciones oficiales constituyéndose en un caldo de cultivo para el
desconocimiento, violación e
inaplicación de los Derechos Humanos.
Es
indispensable iniciar la culturización y educación en todos los niveles, analizar algunos de los retos de la formación
cívica y ética en la básica primaria y secundaria, partiendo de un programa
construccionista, donde el ambiente escolar sea modelo de aplicabilidad de los
asuntos éticos que involucran: la multiculturalidad, la perspectiva de género y
el compromiso con la vida, entre otros.
Requerimos reflexionar sobre los valores de la convivencia que se ven
implicados: la libertad, la igualdad, la equidad, la tolerancia, la justicia,
el respecto a la vida, basándonos en la carta magna de la CPC[3]
la cual cobija y protege a todos por igual, pero muchas veces es desconocida o
mejor ignorada por una gran mayoría, que solo atiende a sus derechos des
conociendo sus deberes para garantizar el derecho de sus semejantes. Al desaparecer
la línea imaginaria de respeto de los DD.HH.[4], se hace necesario implementar
algunas normas que permitan la convivencia armónica y de paz, causándose el
desequilibrio cuando una de las partes vulnera o afecta los derechos de sus
congéneres.
Haciendo referencia expresa de la
convivencia, se necesita una básica conciencia cívica que lógicamente solo
puede alcanzarse a través de una suficiente educación en cultura ciudadana,
conducente a la vida sin atropellos y en armonía entre los conciudadanos.
¿Cómo podemos hacerle comprender a un
costeño parrandero apoyado de un equipo de sonido de alta potencia, residente y
vecino de un conjunto residencial, que sus parrandas deben tener un horario y
los gritos pachangueros sobresalientes a los decibeles de su música deben
guardar un bajo tono?, ¿Cómo podemos exigir a otros que no se colen en una
fila, o que cedan el puesto del bus a una persona anciana o a una mujer
embarazada, no apagar los celulares cuando estamos en cine, volarse los
semáforos en luz roja, escribir sobre las paredes sin importar a quien
pertenezcan o en las puertas de los baños públicos o institucionales, no
practicar el juego limpio, robar a otros, estafar al estado, si no es a través
de una educación desde la primera infancia tanto en el seno familiar como en el
ambiente escolar?
Para proteger a “unos” de los abusos
de “otros” es indispensable la existencia de una autoridad que haga prevalecer,
respete, salvaguarde y haga cumplir los Derechos Humanos, quedando esta, en
manos del estado como garante de la igualdad y respeto de todos nosotros.
En un país como el nuestro, la tarea
se complica dada la heterogeneidad de la población, las diferencias
socioeconómicas y regionales, así como las distintas formas de pensar que
caracterizan a la población; sin embargo la prevalencia de los derechos humanos
constituye un requisito inalienable sin el cual la consolidación de una nación
democrática es prácticamente impensable.
[1] Canclini, García, Néstor (1989). «Entrada. Primera Edición». Culturas híbridas. Estrategias para
entrar y salir de la modernidad. México: grijalbo. pp. 14. ISBN 968-419-954-6.
[2]
Fernando
Vallejo Rendón (Medellín,
24 de octubre de 1942) es un escritor y cineasta nacido en Colombia (sin poseer
dicha nacionalidad) y nacionalizado mexicano en 2007. Ha recibido numerosos
reconocimientos por sus obras, incluido el Premio Rómulo Gallegos y el Premio
FIL de Literatura en Lenguas Romances, y se distingue por ser un recio crítico
de la Iglesia Católica, la manera de hacer política en Colombia, la falsa
moral, la física y los formalismos.
[3]
Constitución Política de Colombia
[4]
DD.HH. Sigla universal que traduce Derechos Humanos.
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